Ha pasado un mes desde la última vez que me senté a escribirte. Un mes desde que me despedí de todos vosotros y puse rumbo a lo desconocido. Perú, un país tan cautivador como misterioso. Un viaje al corazón de la selva y también al interior de mi alma. Hoy vuelvo con la mochila cargada de experiencias, de aprendizajes y, por encima de todo, de ganas renovadas. Y todo ello me ayudará a continuar con mi misión de vida: acompañarte en el camino de la libertad cuántica.

 

LA GRATITUD ES UNIVERSAL.


Si tuviera que quedarme con una sola idea de todo lo que ha supuesto este viaje para mí, esta sería, sin lugar a duda, que la gratitud no entiende de nacionalidad, de religión ni de estatus social. Es más, en Perú he sido testigo del significado real de palabras como gratitud, generosidad o humanidad. Conceptos que utilizamos demasiado a menudo en occidente y a los que pocas veces hacemos verdadero honor.

A lo largo de mi viaje he tenido la suerte de compartir tiempo y vivencias con todo tipo de gentes, desde familias pudientes propias de las grandes ciudades hasta tribus indígenas cuyo hogar es la selva amazónica. A pesar de pertenecer a dos mundos totalmente distintos y dejando de lado las diferencias superficiales más llamativas, unos y otros me tendieron una mano amiga en la que apoyarme. De forma totalmente desinteresada, ambas partes me acogieron como a un miembro más de su familia, invitándome a quedarme el tiempo que necesitara en su hogar, compartiendo sus alimentos conmigo, sus conocimientos y su tiempo, en definitiva.

Aprendí, entonces, que la gratitud es un valor universal que corre por las venas de todos nosotros. Tan solo sucede que a algunas personas se les ha olvidado que está ahí y que hacer circular su energía, tan solo nos trae cosas buenas de vuelta.

Cuando confías en la vida y en ti misma, la vida te regala momentos como este: canalizar con un antiguo maestro Inca en lo alto del Machu Pichu.


LA MAGIA DE SALTAR AL VACÍO


Parte de esta aventura consistía en viajar sin nada. Sí, sí, tal cual lo lees. Sin nada. Sin dinero y sin grandes posesiones. Tan solo con lo puesto. Este viaje no solo iba a ser un reto a nivel intelectual, también quise aprovechar para bajar a tierra (todavía más) y ponerme en el lugar de tantas personas que, a día de hoy, siguen sin contar con lo más mínimo para cubrir sus necesidades biológicas diarias. Personas que, al contrario que tú o yo, viven su día a día sin dinero y sin todas las coberturas sociales de las que disfrutamos en Europa.

Pero la magia de la vida siempre se impone sobre el mal, sobre el miedo y sobre nuestros peores augurios. El universo te sostiene, recuérdalo, tal y como me sostuvo a mí en cada momento de mi viaje. A cada paso y en cada rincón, encontré personas que me apoyaron y me regalaron su más sincera ayuda, fuera en forma de alimento, conocimiento, compañía o incluso alojamiento.

No te voy a negar que, en algunos momentos, llegué a pensar que no lo lograría. Que aquello era demasiado para mí y que no conseguiría cumplir mi objetivo. Te seré muy sincera, casi a las puertas del Machu Pichu, se me pasó por la cabeza tirar la toalla. Era imposible llegar a aquel lugar tan sagrado, pero tan lejano en solo unas pocas horas… y menos volver con el suficiente tiempo como para agarrar el transporte de vuelta a mi campamento base. En aquel instante, y con un conflicto sociopolítico a punto de estallar en el país, te prometo que me dejé llevar por algunas viejas creencias que no paraban de susurrarme al oído: “no lo conseguirás”, “mejor que abandones ahora antes de que sea demasiado tarde” …


GRANDES APRENDIZAJES.    


Hoy, ya de vuelta en España, en la comodidad de mi hogar y arropada por mi maravillosa familia, me doy cuenta de que todo aquello no fue más que una prueba de fe. El universo quiso poner a prueba la confianza que tengo en mí misma y en la propia vida. Para ello, hizo de las suyas hasta conseguir ponerme al límite… de mi fortaleza física, de mi resiliencia emocional y, por supuesto, también de mis miedos.

Pero vencí. Vencí todas y cada una de las pruebas que el destino puso ante mí. Y no solo eso, me llevé conmigo más aprendizajes de los que nunca hubiera soñado. Ha sido duro estar lejos de las personas que amo, aventurarme sola en un país desconocido, dejar a un lado mi ego para empaparme de la sabiduría ancestral de las últimas tribus amazónicas… pero vuelvo fortalecida por todos los lados. Vuelvo con las ganas y la ilusión del primer día. Vuelvo con nuevas ideas y nuevos planes para llevar mi negocio al siguiente nivel.

Y todo esto lo hago contigo en mente. No lo olvides. Tú, que me acompañas allá donde voy y vibras con mi mensaje. Todo esto no tendría sentido sin ti. Por eso, este viaje te lo dedico a ti y espero que te des la oportunidad de beneficiarte de todo lo que he aprendido gracias a mis próximas formaciones y/o sesiones individuales. Hasta aquí el artículo de este mes. Ahora solo me queda desearte un muy feliz final de verano. Con todo mi corazón, ¡nos vemos muy pronto!

Sami Osorio de Libertad Cuántica

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