Llega el frío y, con él, la oscuridad y el silencio. Pero, también las ganas. Las ganas de calor humano. De alguien especial con quien compartir las tardes de domingo. Esas tardes en las que lo único que apetece es tirarse en el sofá, acurrucarse bajo la manta y disfrutar de una buena película. Sin embargo, en ocasiones, nos encontramos con que tan solo la soledad nos acompaña.
EL OTOÑO Y LA SOLEDAD. DOS CARAS DE UNA MISMA MONEDA.
Tras un largo verano lleno de actividades, planes y vida social al aire libre, con la llegada del otoño, lo que quieres es parar. Frenar el ritmo. Y es que, lo que te pide el cuerpo ahora es calma, recogimiento y silencio. No lo dudes, el otoño es el momento perfecto para ello. No existe mejor época para emprender el viaje hacia dentro, para la contemplación y la meditación.
La caída de las primeras hojas nos recuerda no solo el cambio de estación, sino también de etapa, de momento vital. Es la víspera de un nuevo comienzo y un nuevo final. Porque justamente eso son las estaciones: principios y finales de un mismo ciclo. Ciclos sin fin en los que la vida y la muerte se entrelazan en un abrazo infinito. Lo mismo que sucede con los amores de verano, aquellos en los que el comienzo ya nos avanza el final y donde cada beso pavimenta lo que será un dulce recuerdo. Pero aunque las historias se acaben, aunque la soledad llegue para instalarse a tu lado, recuerda que tú siempre permaneces.
ACEPTAR LO QUE NOS TRAE LA VIDA.
La soledad no es un mal al que hay que hacer frente, al contrario, es una gran maestra que viene a enseñarnos algunas de las lecciones más importantes que aprenderemos en nuestra vida. A menudo, los momentos de tristeza e introspección son aquellos que nunca olvidamos, aquellos que nos marcan para siempre. Y no necesariamente para mal, al revés, muchas veces es justo en estos momentos cuando se ven las cosas con más claridad, cuando somos capaces de parar y hacer balance de nuestra vida, del camino que estamos siguiendo.
De esta forma, la soledad se convierte en nuestra gran aliada, permitiéndonos el espacio y el tiempo necesarios para conocernos y limpiar el cuarto oscuro que es nuestra mente. Limpiarlo de todo aquello que hemos acumulado con el paso del tiempo y que ya no nos sirve. Por lo tanto, te aconsejo que no luches contra el sentimiento de soledad que trae consigo el frío, sino que te dejes llevar y aproveches para cuidarte. Es sumamente importante que, en épocas de transición como ésta, nos mimemos. Nos mimemos mucho. A nuestro yo adulto y también a nuestro niño interior, ese que más sufre cuando la soledad llega de imprevisto.
ALGUNOS CONSEJOS PARA DAR LUZ A TU OTOÑO
Como hemos dicho más arriba, el otoño es la época perfecta para el recogimiento y la reflexión. Sin embargo, esto no significa que debas pasarte el día encerrado en casa, en la más estricta soledad y sintiéndote miserable. ¡Para nada! De hecho, a continuación, me gustaría compartir contigo algunos consejos que seguro te ayudarán a sacar el máximo partido a tu otoño y prepararte para la estación invernal que nos aguarda a la vuelta de la esquina:
- Cuida tu espacio vital: dale un toque especial a tu hogar con velas aromáticas o incienso. Hazte con una lámpara de luz cálida. Ten a mano mantas de fibras naturales para protegerte del frío o coloca alfombras en los suelos para generar un ambiente acogedor.
- Cuida tu cuerpo: dedica tiempo a mimarte, a escuchar lo que tu cuerpo te dice, aprovecha para cocinar a fuego lento, para cambiar la dieta por alimentos más sanos, para dormir más horas y descansar más.
- Cuida tu mente: ¡qué mejor momento que las tardes de otoño para re-enamorarte del placer de la lectura! Desempolva esos libros que siempre quisiste leer y, ¡empápate de nuevas historias, de nuevas ideas!
- Cuida tu espíritu: sal a pasear y deja que el aire fresco impregne tus pulmones de oxígeno. Deléitate con la belleza de los colores otoñales que tiñen árboles y jardines durante estos meses. Medita. Resérvate un pequeño espacio de tiempo diario para meditar. Para apagar las voces del personaje que construiste. Para conectar con tu respiración y con la nada más absoluta.
Y, lo más importante: sonríe. No dejes nunca de sonreír. No importa las circunstancias. La vida es un viaje que hay que aprender a disfrutar porque, al igual que el otoño, también tiene un final. Así que, ¡disfruta! Disfruta de la compañía y disfruta también de la soledad, porque cada momento encierra un gran aprendizaje. Aquí te dejo el link a uno de mis vídeos sobre el poder del silencio. ¡Seguro que consigue inspirarte!
No olvides compartir este artículo con todas aquellas personas que podrían beneficiarse de esta comunidad de personas conscientes y abiertas a las maravillosas enseñanzas que nos regala Libertad Cuántica.
¡Gracias por estar al otro lado, y feliz viaje hacia dentro!